Un plan de alimentación que ayuda a controlar su peso incluye una variedad de alimentos saludables. Agregar una variedad de colores a su plato es como si estuviera comiendo un arcoíris. Las verduras de hoja verde oscura, las naranjas y los tomates—incluso las hierbas frescas—están llenos de vitaminas, fibra y minerales. Según las Guías Alimentarias para los Estadounidenses 2020-2025 external icon, (enlace solo en inglés) un plan de alimentación saludable:
Resalta la importancia de las frutas, las verduras, los cereales integrales, la leche y los productos lácteos sin grasa o bajos en grasa Incluye una variedad de alimentos con proteínas como mariscos, carnes magras, huevos, legumbres (frijoles y guisantes), productos de soya, nueces y semillas Contiene poca cantidad de grasas saturadas, grasas trans, colesterol, sal (sodio) y azúcares agregados Se mantiene dentro de sus necesidades calóricas diarias
El Plan MiPlato external icon del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) puede ayudarlo a identificar qué y cuánto comer de los diferentes grupos de alimentos mientras se mantiene dentro de su cantidad recomendada de calorías. También puede descargar Mi Diario de Alimentos pdf icon para ayudarlo a realizar un seguimiento de sus comidas.
¿Qué son los alimentos saludables ejemplos?
Alimentación sana
Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer. En todo el mundo, las dietas insalubres y la falta de actividad física están entre los principales factores de riesgo para la salud. Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida; la lactancia materna favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, entre ellos la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad y de enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida. La ingesta calórica debe estar equilibrada con el gasto calórico. Para evitar un aumento malsano de peso, las grasas no deberían superar el 30% de la ingesta calórica total (1, 2, 3). Limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total (2, 7) forma parte de una dieta saludable. Para obtener mayores beneficios se recomienda reducir su consumo a menos del 5% de la ingesta calórica total (7). Mantener el consumo de sal por debajo de 5 gramos diarios (equivalentes a menos de 2 g de sodio por día) ayuda a prevenir la hipertensión y reduce el riesgo de cardiopatías y accidente cerebrovascular entre la población adulta (8). Los Estados Miembros de la OMS han acordado reducir el consumo de sal entre la población mundial en un 30% para 2025; también acordaron detener el aumento de la diabetes y la obesidad en adultos y adolescentes, así como en sobrepeso infantil de aquí a 2025 (9,10).
Llevar una dieta sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas, así como diferentes enfermedades no transmisibles y trastornos. Sin embargo, el aumento de la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado lugar a un cambio en los hábitos alimentarios.
- Actualmente, las personas consumen más alimentos hipercalóricos, grasas, azúcares libres y sal/sodio; por otra parte, muchas personas no comen suficientes frutas, verduras y fibra dietética, como por ejemplo cereales integrales.
- La composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable estará determinada por las características de cada persona (edad, sexo, hábitos de vida y grado de actividad física), el contexto cultural, los alimentos disponibles en el lugar y los hábitos alimentarios.
No obstante, los principios básicos de la alimentación saludable siguen siendo los mismos. Una dieta sana incluye lo siguiente:
Frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, maíz, mijo, avena, trigo o arroz moreno no procesados). Al menos 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día (2), excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos. Menos del 10% de la ingesta calórica total de azúcares libres (2, 7), que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5% de la ingesta calórica total (7). Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas. Menos del 30% de la ingesta calórica diaria procedente de grasas (1, 2, 3). Las grasas no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables), y grasas trans de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes tales como vacas, ovejas, cabras y camellos). Se sugirió reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta total de calorías, y la de grasas trans a menos del 1% (5). En particular, las grasas trans producidas industrialmente no forman parte de una dieta saludable y se deberían evitar (4,6). Menos de 5 gramos (aproximadamente una cucharadita) al día (8). La sal debería ser yodada.
En los dos primeros años de la vida de un niño, una nutrición óptima impulsa un crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo. Además, reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad y de enfermedades no transmisibles en el futuro. Los consejos para una alimentación saludable durante la lactancia y la niñez son los mismos que en el caso de los adultos, si bien los elementos que figuran a continuación también son importantes:
Debería alimentarse a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida. La lactancia materna debe continuar al menos hasta los dos años. A partir de los seis meses de edad, la lactancia materna se debería complementar con diferentes alimentos inocuos y nutritivos. En los alimentos complementarios no se debería añadir sal ni azúcares.
Comer al menos 400 g, o cinco porciones de frutas y verduras al día reduce el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles (2) y ayuda a garantizar una ingesta diaria suficiente de fibra dietética. Para mejorar el consumo de frutas y verduras es recomendable:
incluir verduras en todas las comidas; como tentempiés, comer frutas frescas y verduras crudas; comer frutas y verduras frescas de temporada; y comer una selección variada de frutas y verduras.
Reducir el consumo total de grasa a menos del 30% de la ingesta calórica diaria contribuye a prevenir el aumento insalubre de peso entre la población adulta (1, 2, 3). Además, para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles es preciso:
limitar el consumo de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta calórica diaria; limitar el consumo de grasas trans a menos del 1%; y sustituir las grasas saturadas y las grasas trans por grasas no saturadas (2, 3), en particular grasas poliinsaturadas.
Para reducir la ingesta de grasas, especialmente las grasas saturadas y las grasas trans de producción industrial se puede:
cocinar al vapor o hervir, en vez de freír; reemplazar la mantequilla, la manteca de cerdo y la mantequilla clarificada por aceites ricos en grasas poliinsaturadas, por ejemplo, los de soja, canola (colza), maíz, cártamo y girasol; ingerir productos lácteos desnatados y carnes magras, o quitar la grasa visible de la carne; y limitar el consumo de alimentos horneados o fritos, así como de aperitivos y alimentos envasados (por ejemplo, rosquillas, tortas, tartas, galletas, bizcochos y barquillos) que contengan grasas trans de producción industrial.
La mayoría de la gente consume demasiado sodio a través de la sal (una media de 9 g a 12 g de sal diarios) y no consume suficiente potasio (menos de 3,5 g). Un consumo elevado de sal e insuficiente de potasio contribuye a la hipertensión arterial que, a su vez, incrementa el riesgo de enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular (8, 11).
- La reducción de la ingesta de sal al nivel recomendado, esto es, menos de 5 gramos diarios, permitiría prevenir 1,7 millones de muertes cada año (12).
- Las personas no suelen ser conscientes de la cantidad de sal que consumen.
- En muchos países, la mayor parte de la ingesta de sal se realiza a través de alimentos procesados (por ejemplo, platos preparados, carnes procesadas tales como tocino, jamón, salame; queso o tentempiés salados) o de alimentos que se consumen con frecuencia en grandes cantidades (por ejemplo, el pan).
La sal también se añade a los alimentos cuando se cocinan (por ejemplo, caldos, concentrados de caldo de distinto tipo, salsa de soja y salsa de pescado) o en el lugar en que se los consume (por ejemplo, la sal de mesa). Para reducir el consumo de sal se aconseja:
limitar la cantidad de sal y de condimentos ricos en sodio (por ejemplo, salsa de soja, salsa de pescado y caldo) al cocinar y preparar alimentos; no poner sal o salsas ricas en sodio en la mesa; limitar el consumo de tentempiés salados; y escoger productos con menor contenido de sodio.
Algunos fabricantes de alimentos están reformulando sus recetas para reducir el contenido de sodio de sus productos; además, se debería alentar a los consumidores a leer las etiquetas de los alimentos para comprobar la cantidad de sodio que contiene un producto antes de comprarlo o consumirlo.
La ingesta de potasio puede mitigar los efectos negativos de un consumo elevado de sodio en la presión arterial. La ingesta de potasio se puede incrementar mediante el consumo de frutas y verduras frescas. Adultos y niños deberían reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total (2, 7).
Una reducción a menos del 5% de la ingesta calórica total aportaría beneficios adicionales para la salud (7). El consumo de azúcares libres aumenta el riesgo de caries dental. El exceso de calorías procedentes de alimentos y bebidas con un alto contenido en azúcares libres también contribuye al aumento insalubre de peso, que puede dar lugar a sobrepeso y obesidad.
limitar el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares, por ejemplo, aperitivos y bebidas azucarados y golosinas (o sea, todos los tipos de bebidas que contienen azúcares libres, incluidos refrescos con o sin gas; zumos y bebidas de frutas o verduras; concentrados líquidos y en polvo; agua aromatizada; bebidas energéticas e isotónicas; té y café listos para beber; y bebidas lácteas aromatizadas ); y comer, como tentempiés, frutas y verduras crudas en vez de productos azucarados.
La alimentación evoluciona con el tiempo, y en ella influyen muchos factores socioeconómicos que interactúan de manera compleja y determinan modelos dietarios personales. Entre esos factores cabe mencionar los ingresos, los precios de los alimentos (que afectarán la disponibilidad y asequibilidad de alimentos saludables), las preferencias y creencias individuales, las tradiciones culturales, y los factores geográficos y ambientales (incluido el cambio climático).
Por consiguiente, el fomento de un entorno alimentario saludable y, en particular, de sistemas alimentarios que promuevan una dieta diversificada, equilibrada y sana, requiere la participación de distintos sectores y partes interesadas, incluidos los gobiernos, el sector público y el sector privado.
Los gobiernos desempeñan un papel fundamental en la creación de un entorno alimentario saludable que permita a las personas adoptar y mantener prácticas alimentarias sanas. Las medidas que las instancias normativas pueden adoptar para generar entornos alimentarios saludables incluyen:
Armonización de las políticas y los planes de inversión nacionales, en particular las políticas comerciales, alimentarias y agrícolas, con el fin de promover la alimentación saludable y proteger la salud pública mediante medidas orientadas a:
aumentar los incentivos a los productores y vendedores minoristas para que cultiven, utilicen y vendan frutas y verduras frescas; reducir los incentivos a la industria alimentaria que le permiten mantener o aumentar la producción de alimentos procesados con altos niveles de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal/sodio; alentar la reformulación de productos alimentarios a fin de reducir los contenidos de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal/sodio, con miras a suprimir las grasas trans de producción industrial; aplicar las recomendaciones de la OMS sobre comercialización de alimentos y bebidas sin alcohol para niños; establecer normas para fomentar prácticas alimentarias saludables mediante la disponibilidad asegurada de alimentos saludables, nutritivos, inocuos y asequibles en centros preescolares, escuelas y otras instituciones públicas, así como en el lugar de trabajo; examinar instrumentos normativos y voluntarios (por ejemplo, reglamentos de comercialización y normas sobre etiquetado nutricional) e incentivos o desincentivos económicos (por ejemplo, tributación y subsidios) para promover una dieta saludable; y alentar a los servicios transnacionales, nacionales y locales de alimentos y sus puntos de venta, a mejorar la calidad nutricional de sus productos, asegurar la disponibilidad y asequibilidad de opciones saludables y revisar los tamaños y precios de las porciones.
Alentar a los consumidores a exigir alimentos y comidas saludables mediante medidas dirigidas a:
promover la sensibilización de los consumidores respecto de una dieta saludable; desarrollar políticas y programas escolares que alienten a los niños a adoptar y mantener una dieta saludable; impartir conocimientos sobre nutrición y prácticas alimentarias saludables a niños, adolescentes y adultos; fomentar las aptitudes culinarias, incluso en los niños, a través de las escuelas; prestar apoyo a la información en los puntos de venta, en particular a través del etiquetado nutricional que asegure información exacta, normalizada y comprensible sobre el contenido de nutrientes en los alimentos (en consonancia con las directrices de la Comisión del Codex Alimentarius), mediante el añadido de etiquetado frontal que facilite la comprensión del consumidor; y ofrecer asesoramiento nutricional y alimentario en los centros de atención primaria de salud.
Promover prácticas adecuadas para la alimentación del lactante y el niño pequeño mediante medidas destinadas a:
aplicar el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna y las subsiguientes resoluciones pertinentes de la Asamblea Mundial de la Salud; aplicar políticas y prácticas que fomenten la protección de las madres trabajadoras; y promover, proteger y apoyar la lactancia materna en los servicios de salud y la comunidad, incluso a través de la iniciativa «hospitales amigos del niño».
La «Estrategia Mundial OMS sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud» (14) fue adoptada en 2004 por la Asamblea Mundial de la Salud. En ella se hace un llamamiento a los gobiernos, la OMS, los asociados internacionales, el sector privado y la sociedad civil para que actúen a nivel mundial, regional y local con el fin de promover la alimentación sana y la actividad física.
- En 2010, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó una serie de recomendaciones sobre la promoción de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigida a los niños (15).
- Esas recomendaciones orientan a los países a la hora de idear nuevas políticas y mejorar las que están vigentes, con el fin de reducir los efectos de la comercialización de alimentos insalubres en los niños.
Además, ha desarrollado instrumentos específicos de cada región (por ejemplo, modelos de perfiles nutritivos regionales) que los países puedan utilizar para aplicar las recomendaciones sobre comercialización. En 2012 la Asamblea Mundial de la Salud adoptó un plan de aplicación integral sobre nutrición de la madre, el lactante y el niño pequeño, y seis metas mundiales que se deberán alcanzar para 2025, entre las que figuran la reducción del retraso en el crecimiento, la emaciación y el sobrepeso infantil, la mejora de la lactancia materna, y la reducción de la anemia y la insuficiencia ponderal del recién nacido (9).
En 2013, la Asamblea Mundial de la Salud acordó nueve metas mundiales de aplicación voluntaria para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles. Esas metas se orientan a detener el aumento de la diabetes y la obesidad, y lograr una reducción relativa del 30% en la ingesta de sal, de aquí a 2025.
El «Plan de acción mundial de la OMS para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020» (10) proporciona orientaciones y opciones normativas a los Estados Miembros, la OMS y otros organismos de las Naciones Unidas para alcanzar esas metas.
- Habida cuenta del rápido aumento de la obesidad entre los lactantes y los niños de numerosos países, la OMS creó en mayo de 2014 una Comisión para acabar con la obesidad infantil.
- En 2016, la Comisión propuso un conjunto de recomendaciones para luchar eficazmente contra la obesidad en la infancia y la adolescencia, en diferentes contextos en todo el mundo (16).
En noviembre de 2014, la OMS y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) organizaron conjuntamente la segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición. En la Conferencia se adoptó la Declaración de Roma sobre la Nutrición (17) y el Marco de Acción (18), que recomienda un conjunto de opciones normativas y estrategias para promover una alimentación variada, inocua y saludable en todas las etapas de la vida.
- La OMS está ayudando a los países a cumplir los compromisos contraídos en esa Conferencia.
- En mayo de 2018, la Asamblea de la Salud aprobó el 13.º Programa General de Trabajo (PGT), que orientará la labor de la OMS en 2019-2023 (19).
- En el 13.º PGT, la reducción de la ingesta de sal/sodio y la supresión de las grasas trans de producción industrial en el suministro de alimentos se identifican como parte de las medidas prioritarias de la OMS dirigidas a alcanzar los objetivos de asegurar vidas sanas y promover el bienestar a todas las edades.
Con el fin de apoyar a los Estados Miembros en la adopción de las medidas necesarias para suprimir las grasas trans de producción industrial, la OMS desarrolló una hoja de ruta (conjunto de medidas REPLACE) para ayudar a los países a acelerar la aplicación de las medidas (6).
- Referencias (1) Hooper L, Abdelhamid A, Bunn D, Brown T, Summerbell CD, Skeaff CM.
- Effects of total fat intake on body weight.
- Cochrane Database Syst Rev.2015; (8):CD011834.
- 2) Diet, nutrition and the prevention of chronic diseases: report of a Joint WHO/FAO Expert Consultation.
- WHO Technical Report Series, No.916.
Geneva: World Health Organization; 2003. (3) Fats and fatty acids in human nutrition: report of an expert consultation. FAO Food and Nutrition Paper 91. Rome: Food and Agriculture Organization of the United Nations; 2010. (4) Nishida C, Uauy R. WHO scientific update on health consequences of trans fatty acids: introduction.
Eur J Clin Nutr.2009; 63 Suppl 2:S1–4. (5) Guidelines: Saturated fatty acid and trans -fatty acid intake for adults and children. Geneva: World Health Organization; 2018 (Draft issued for public consultation in May 2018). (6) REPLACE: An action package to eliminate industrially-produced trans -fatty acids.
WHO/NMH/NHD/18.4. Geneva: World Health Organization; 2018. (7) Guideline: Sugars intake for adults and children. Geneva: World Health Organization; 2015. (8) Guideline: Sodium intake for adults and children. Geneva: World Health Organization; 2012. (9) Comprehensive implementation plan on maternal, infant and young child nutrition.
- Geneva: World Health Organization; 2014.
- 10) Global action plan for the prevention and control of NCDs 2013–2020.
- Geneva: World Health Organization; 2013.
- 11) Guideline: Potassium intake for adults and children.
- Geneva: World Health Organization; 2012.
- 12) Mozaffarian D, Fahimi S, Singh GM, Micha R, Khatibzadeh S, Engell RE et al.
Global sodium consumption and death from cardiovascular causes. N Engl J Med.2014; 371(7):624–34. (13) Te Morenga LA, Howatson A, Jones RM, Mann J. Dietary sugars and cardiometabolic risk: systematic review and meta-analyses of randomized controlled trials of the effects on blood pressure and lipids.
- AJCN.2014; 100(1): 65–79.
- 14) Global strategy on diet, physical activity and health.
- Geneva: World Health Organization; 2004.
- 15) Set of recommendations on the marketing of foods and non-alcoholic beverages to children.
- Geneva: World Health Organization; 2010.
- 16) Report of the Commission on Ending Childhood Obesity.
Geneva: World Health Organization; 2016. (17) Rome Declaration on Nutrition. Second International Conference on Nutrition. Rome: Food and Agriculture Organization of the United Nations/World Health Organization; 2014. (18) Framework for Action. Second International Conference on Nutrition.
¿Cómo saber si un alimento es saludable o no?
¿Cómo identificar alimentos saludables? – La primera decisión, y la más importante, es saber elegir aquellos alimentos que por definición son saludables. Con algunos no hay ningún género de dudas. Las frutas y las verduras son saludables ya que su valor nutricional es elevado y beneficioso para el organismo.
Pero también lo son los cereales, legumbres, frutos secos, pescados o carnes blancas, En todos ellos, el aporte de minerales, vitaminas, fibra, ácidos grasos, proteínas y grasas insaturadas garantiza una alimentación variada y equilibrada, como la que procura la dieta mediterránea. En el caso de los productos envasados hay que saber interpretar el etiquetado o al menos tener unas mínimas nociones para hacerlo.
Es importante tener en cuenta que la cantidad de azúcares añadidos, grasas saturadas o sal son indicadores que nos permiten conocer hasta qué punto nos conviene. Un ejemplo en el que estos indicadores suele ser sinónimo de mala alimentación son los denominados alimentos ultraprocesados.
¿Cuál es el mejor alimento para los seres humanos?
¿Por qué necesitamos todos estos nutrientes? – La razón por la que necesitamos una dieta que contenga alimentos de todos estos grupos es que cada uno de ellos nos brinda beneficios nutricionales vitales diferentes. Las frutas y los vegetales son una de las principales fuentes de vitaminas y minerales que el cuerpo necesita para realizar una serie de funciones.
Fuente de la imagen, other Pie de foto, Los vegetales al vapor tienen más nutrientes que los hervidos o los fritos. Por ejemplo, la vitamina A nos ayuda a reforzar nuestro sistema inmune, la vitamina B a procesar la energía de la comida, la D a mantener nuestros dientes y huesos sanos y la vitamina C a mantener las células y los tejidos en buen estado.
Las zanahorias y el brócoli al vapor, como los que vemos en la foto, contienen una proporción más alta de vitaminas que los vegetales hervidos o fritos. Las frutas y los vegetales (ya sea que los consumamos con o sin piel) también contienen una gran cantidad de fibra que sirve para mantener el buen estado de los intestinos y el sistema digestivo.
De los carbohidratos es de donde sacamos la mayor parte de la energía. Nuestro cuerpo convierte estos alimentos en glucosa, que se usa como energía en el momento o se almacena para usarse más tarde. Los carbohidratos también contienen fibra (especialmente los integrales) y hierro, que necesitamos para fabricar glóbulos rojos que transportan el oxígeno por el cuerpo.
La carne, el pescado, los huevos y las legumbres aportan cantidades significativas de proteínas que son esencialmente el bloque que forma nuestro cuerpo. Los productos lácteos también son una fuente importante de proteínas, y también de calcio. Este mineral -el más común en el cuerpo- es necesario para una serie de funciones.
- Una de estas funciones es ayudar en la coagulación de la sangre y en la formación de los huesos y los dientes.
- Afortunadamente, el grupo de grasas y azúcares -las comidas que la mayoría de nosotros encuentra más tentadoras- también juega un papel importante, siempre y cuando estos alimentos se consuman con moderación.
La grasa transporta las vitaminas solubles en grasa A, D, E y K por el cuerpo. También protege y amortigua los órganos internos. El azúcar es otro alimento que nos da energía, ya sea cuando ocurre naturalmente como la fructosa en la fruta o la sacarosa en el azúcar de mesa.
Pero, «otras fuentes de carbohidratos, como por ejemplo los almidones, son una mejor opción por los nutrientes que proporcionan», explica Lidia Kelly, especialista en nutrición del Servicio de Salud Público de Reino Unido. Entonces, ¿cómo podemos hacer para consumir toda esta variedad de comida en un día? «Trata de basar tus comidas en carbohidratos (de almidón), como por ejemplo pan, pasta o papas.
EL SECRETO DE LOS 13 SUPERALIMENTOS | ALIMENTOS SUPER NUTRITIVOS
Incluye una gran variedad de frutas y vegetales en tu dieta y trata de ingerir al menos una o dos porciones con cada comida», señala Kelly. «También es importante incluir una porción moderada de alimentos que contengan proteínas. Luego elige una fuente de calcio, tratando de incluir tres porciones de lácteos bajos en grasas», añade la nutricionista.
- Si bien una cantidad reducida de alimentos ricos en azúcar es aceptable, Kelly advierte que «comer azúcar con mucha frecuencia puede deteriorar la dentadura.
- También provocar un aumento de peso, si el azúcar en la dieta nos proporciona más energía de la que usamos».
- Y muchos nutricionistas concuerdan en que no hay algo así como una «supercomida».
Lo que importa es el balance de la dieta. Ningún alimento puede darnos todos los nutrientes que necesitamos, por eso, una dieta balanceada debe incluir una amplia variedad de alimentos de cada uno de los cinco grupos.
¿Cuál es la mejor fruta para el corazón?
Fresas, arándanos, los frutos rojos por excelencia, según un estudio de Harvard su consumo habitual reduce hasta un tercio el riesgo de sufrir un ataque al corazón. Pomelo, naranja sanguina, y sandía: son ricas licopeno, un antioxidante muy recomendado para cuidar de nuestra salud cardíaca.